Segovia, un municipio emprendedor y de habitantes trabajadores, alegres y solidarios, ha vivido en carne propia el flagelo de la guerra; han sido muchas las víctimas que han quedado en medio del conflicto social y armado; por eso, ha llegado el momento de abrirle el camino a la paz y a la reconciliación.
El 11 de noviembre de 1988 este municipio del nordeste antioqueño se convirtió en un lugar emblemático de dolor cuando un grupo paramilitar incursionó en la zona y asesinó a 43 personas e hirió a más de un centenar, en su mayoría militantes de la Unión Patriótica.
Hoy se conmemoran 28 años de la masacre, uno de los sucesos más trágicos que enlutó al municipio. Por esto y ante la expectativa que genera el posible fin del conflicto armado entre el Gobierno y las FARC-EP, evocamos y reivindicamos la memoria y el legado de las víctimas para que hechos como este nunca más ocurran en Colombia.
Es así que hoy desde las 12:00 del mediodía se realizará en el parque principal del municipio un homenaje simbólico, y con el que se recordará a las víctimas. A las 6:00 p.m. se hará una vigilia para encender la luz de la vida, la esperanza y la paz.
Recordamos para que no se repita
Es importante recordar que la región del nordeste Antioqueño es una zona donde los procesos organizativos, los movimientos sociales y políticos alternativos alcanzaron gran acogida entre los pobladores. Los segovianos recibieron con mucha esperanza la llegada de la Unión Patriótica, pues era un movimiento político que, a diferencia de los tradicionales, le apostaba a las transformaciones sociales necesarias para vivir dignamente, con respeto a los derechos de todos y en un ambiente de paz con justicia social.
Este auge obtenido por la Unión Patriótica entre los segovianos se vio opacado por las alianzas criminales que se realizaron entre políticos de la zona, grupos paramilitares y miembros de la fuerza pública que pusieron como objetivo militar y de exterminio a todo aquel que se mostrara simpatizante de las causas sociales trazadas desde los movimientos políticos surgidos en la época.
Ese 11 de noviembre, cuando faltaban 20 minutos para las 7:00 p.m. un grupo paramilitar, que se autodenominó días antes como “Muerte a Revolucionarios del Nordeste Antioqueño” al mando de los paramilitares Castaño Gil, entraron a la región, sin encontrar impedimento por parte del Ejército Nacional, que se acantonó en la base del Batallón Bombona, ni de la policía, que se quedó guardada en el comando ubicado en la plazoleta central del municipio de Segovia.
Por estos hechos, el excongresista liberal Cesar Pérez fue condenado a 30 años de prisión por los delitos de homicidio agravado, lesiones personales agravadas y concierto para delinquir. Sin embargo, es importante no olvidar la responsabilidad del Estado, ya que se ha comprobado judicialmente la responsabilidad del paramilitarismo en complicidad y consentimiento de la Policía y el Ejército Nacional.
Los recordaremos hoy y siempre. La llama de la esperanza augura nuevos amaneceres llenos de paz y fraternidad