Romper el silencio y reconstruir la memoria es uno de los fines primordiales del trabajo que desarrollamos en la CORPORACIÓN REINICIAR, y es también el propósito que inspira la investigación recogida en el presente libro. Con este recuento pretendemos ofrecer al lector la verdad -desde las víctimas-, del genocidio perpetrado contra la Unión Patriótica (UP) en la Región de Urabá; una historia que contrasta y desmiente los relatos oficiales que durante años han justificado la persecución emprendida contra activistas y simpatizantes que confluyeron en este movimiento político.
La Unión Patriótica surgió a nivel nacional como resultado de los acuerdos para la búsqueda de una salida negociada al conflicto armado adelantados entre el Estado colombiano y los grupos insurgentes, en el marco del llamado «Gran Diálogo Nacional». En 1984, el gobierno del Presidente Belisario Betancur y la dirección de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmaron los Acuerdos de la Uribe, en los que se incluyó un compromiso de cese al fuego y tregua, y se acordó que pasado un año después de haber cesado los enfrentamientos armados, se deberían generar las condiciones para que los integrantes del grupo insurgente pudieran “organizarse política, económica y socialmente, según su libre decisión”.
Este aspecto de los acuerdos dio lugar al surgimiento de la UP como el movimiento político que serviría de plataforma para impulsar las transformaciones sociales, económicas y políticas necesarias en la consolidación de una paz con justicia social. Con la UP también se buscaba que los integrantes de las FARC lograran incorporarse plenamente a la vida civil una vez culminadas las negociaciones de paz. Por esa razón el Gobierno autorizó que el grupo armado destacara algunos de sus miembros para que participaran como activistas y dirigentes, al lado de las otras personas y sectores que confluyeron en la UP.
Bajo esas condiciones se inicia una fuerte actividad de organización y sensibilización en todo el país, principalmente en áreas periféricas, veredas y municipios, y con menor intensidad en las grandes ciudades. Manifestaciones públicas, marchas y juntas de discusión precedieron el lanzamiento oficial de la plataforma política de la nueva colectividad, realizada en noviembre de 1985, en el marco del Primer Congreso Nacional de la UP. Ya para ese momento la propuesta gozaba de gran acogida, al punto que en poco tiempo de trabajo se habían constituido algo más de 2.200 juntas barriales, de vereda, municipales y departamentales, denominadas “Juntas Patrióticas”.
La posibilidad de una salida política al largo y doloroso conflicto armado, y la esperanza de construir una sociedad más justa y democrática, congregó a diversos sectores y movimientos del país en la novedosa propuesta: sindicatos, grupos estudiantiles, artistas e intelectuales, organizaciones cívicas, campesinos, indígenas, organizaciones de mujeres, el Partido Comunista Colombiano, y vertientes democráticas de los demás partidos políticos… todas y todos hicieron propio el llamado a cimentar los cambios que permitieran combatir la exclusión y construir una sociedad amplia y participativa.
La reacción no se hizo esperar. Al rápido fortalecimiento de la UP en varias regiones del país, y sus importantes resultados electorales, se siguió una violenta persecución emprendida contra quienes forjaron el nuevo movimiento político. En la sola etapa constitutiva, entre el inicio de la tregua y mediados de 1985, ya se reportaba el asesinato de más de un centenar de militantes, y un creciente número de amenazas y atentados dinamiteros a las sedes de la UP y del Partido Comunista Colombiano.
Luego de la primera participación electoral de la UP en marzo y mayo de 1986, se consolida un plan de exterminio contra sus líderes, militantes y simpatizantes, bajo el llamado Plan Baile Rojo, al lado de otros planes regionales y nacionales que continuaron la macabra estrategia de exterminio. Como resultado de esa sangrienta guerra contra la UP fueron asesinados dos candidatos presidenciales, nueve congresistas, setenta concejales, decenas de diputados, alcaldes, dirigentes de juntas comunales, líderes sindicales, y centenares de militantes de base, sin que ninguna institución del Estado lo impidiera, ni actuara eficazmente para esclarecer los crímenes y sancionar a los responsables.
En la Región de Urabá la UP se inaugura con una fuerza resplandeciente. Plazas y calles invadidas de flores verdes y amarillas, acompañan el lanzamiento público de la UP en la región, celebrado en junio de 1985 en la plaza principal de Apartadó. El fuerte arraigo del Partido Comunista Colombiano en la zona permitió a la UP avanzar a pasos agigantados en la conquista del poder político en Urabá, derribando las clientelas de los caciques tradicionales. En esta región de inconmensurables riquezas naturales y de ubicación estratégica, la UP tuvo tal acogida que a la altura de los años 90 ya era la principal fuerza política en la región, apoyada masivamente por el campesinado y sectores urbanos populares.
Allí, la conspiración para despojar a la UP de su fuerza política y su legitimidad se proyectó en el llamado Plan Retorno, ejecutado en la región a partir de 1993. Ocurre así en Urabá la peor serie de asesinatos selectivos, desapariciones y masacres, contra comunistas y militantes de la UP, a manos de miembros de la fuerza pública y de grupos paramilitares auspiciados desde los gobiernos nacional y departamental. Esta eliminación física estuvo acompañada de una fuerte estrategia mediática para identificar a la UP y al Partido Comunista como el brazo legal de las FARC, y con ello intentar justificar los montajes judiciales y toda la serie de artificios dirigidos a encarcelar a los miembros de la UP que participaban del poder público en la región.
A mediados de 1997, luego de haber sido la principal fuerza política de Urabá, la UP se abstuvo de inscribir candidatos a las elecciones de ese mismo año, en vista del sinnúmero de asesinatos y la evidente ausencia de garantías para participar en el debate electoral. El Plan Retorno cumplió así con su cometido de aniquilar a la UP como fuerza política, permitiendo a su vez la consolidación del proyecto paramilitar en la región.
El relato de este macabro plan de exterminio en el Urabá es el núcleo del presente libro. La primera parte recuerda los antecedentes políticos y económicos que configuraron la región hasta 1985, en una larga tradición de lucha y resistencia; la segunda da cuenta del desarrollo intenso de la UP y el apoyo popular sin precedentes que obtuvo en esta zona; y, finalmente, en la tercera parte se relata la agudización de la represión, muestra de la cruel implementación militar del plan para exterminar a la UP en el Urabá conocido como el Plan Retorno.
Más allá de un ejercicio académico y un deber político, reescribir la historia del genocidio contra la UP en Urabá es, ante todo, una deuda con las víctimas y los familiares, protagonistas silenciados de este brutal exterminio. Cerca de 1300 personas asesinadas en la región, 200 desaparecidas y miles de desplazadas, víctimas de torturas y amenazas2 , justifican éste y todos los esfuerzos encaminados a aliviar el dolor, exigir justicia y evitar la repetición de tan atroces hechos. Para quienes los sufrieron, y para quienes hoy siguen luchando, sea esta publicación uno de los merecidos homenajes.
El trabajo que presentamos hace parte de una serie de investigaciones para acopiar la historia de la UP en las regiones donde el exterminio tuvo más intensidad. Actualmente preparamos los volúmenes de Bogotá – Cundinamarca, Tolima, Meta, y Magdalena Medio. Todos éstos son el resultado de un intenso proceso de documentación de las violaciones cometidas contra integrantes de la UP, con el que se busca, además de la reconstrucción histórica, ofrecer una atención integral a víctimas, sobrevivientes y familiares para la realización de sus derechos.
Esta investigación ha sido posible gracias al apoyo de la Embajada de Suecia y a la coordinación y redacción de la doctora Luz Eugenia Vásquez Cruz quien contó con los familiares y sobrevivientes que aceptaron, generosamente, conceder las entrevistas recogidas en el presente relato. Así mismo, ha sido posible por la participación activa de la Coordinación Regional de Víctimas y Familiares del Genocidio contra la Unión Patriótica de Antioquia y Urabá con el equipo de trabajo de Reiniciar en Medellín y Bogotá.
Algunas de las fotografías que acompañan la publicación hacen parte del archivo de Memoria Viva, instrumento creado por la Corporación Reiniciar para el acopio de información fílmica, fotográfica y documental, que contribuya a la reconstrucción de la historia personal, política y social de las víctimas.